Cuando la música se usa para vender: Estrategias de Neuromarketing

Neuromarketing Música

Desde que se descubrió que la música puede generar profundas emociones en el ser humano, se ha abierto un universo prácticamente infinito de aplicaciones. El cine fue uno de los sectores que primero sacó provecho de la música usándola para que las experiencias del espectador fueran más intensas. De hecho, la emblemática escena de Psicosis sin la música seguramente perdería gran parte de su poder.

Más tarde, la música también llegó al campo de la publicidad. Los especialistas en Marketing se dieron cuenta que la música era ideal para consolidar en la memoria de las personas el nombre de las marcas. De hecho, muchos de los anuncios publicitarios más memorables de los últimos tiempos han tenido éxito gracias a una sabia elección de la música.

La contribución del Neuromarketing

Sin embargo, ahora el Neuromarketing nos permite ir un paso más allá. Básicamente, se trata de una disciplina que se encarga de analizar las respuestas a nivel cerebral de los consumidores cuando estos toman sus decisiones de compra. Con estos resultados en mano, los expertos en publicidad y ventas pueden diseñar estrategias publicitarias más eficaces.

Como podrás suponer, ya existen numerosos estudios en el campo del Neuromarketing, uno de los más recientes e interesantes se realizó en la Universidad de Bretagne-Sud, en Francia. En este caso los investigadores se preguntaron si el volumen de la música en una discoteca podría estar relacionado con las ventas.

Ni cortos ni perezosos, se dirigieron a dos discotecas, en las cuales pactaron una manipulación del ritmo y el volumen de la música para poder analizar el consumo de bebidas en 40 personas. Los resultados fueron asombrosos: cuando la música estaba más alta, las personas solían beber más rápido y, como consecuencia, también compraban más bebidas por lo que las ventas se incrementaban.

Específicamente, se apreció que cuando se trataba de un volumen normal (72 decibelios), los jóvenes pedían una media de 2,6 cervezas y tardaban 14.41 minutos en consumir cada bebida. No obstante, cuando se alzaba el volumen (88 decibelios), las personas pedían una media de 3,4 cervezas y bebían cada una en menos tiempo: 11.45 minutos.

¿A qué se debe este fenómeno?

Los investigadores creen que la explicación radica en el nivel de arousal. De hecho, estudios anteriores han demostrado que los tempos rápidos y los sonidos fuertes incrementan nuestro nivel de activación, lo cual significa que funcionamos como si tuviésemos una marcha más. Esa dosis extra de energía nos haría beber con mayor rapidez y, por consiguiente, comprar más.

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